Filosofía


 "El amor es la última filosofía de la tierra y del cielo."
Francisco de Quevedo



Los niños viven hoy en día en una sociedad que les ofrece innumerables comodidades y posibilidades con las que niños de otras épocas, como por ejemplo, y sin ir más lejos, nuestros propios abuelos,  ni siquiera habrían soñado. Pero esto tiene también un peligro (grande o pequeño, en la medida en que sepamos administrarlo), y es que cada vez se vuelven más sedentarios. Capítulo aparte sería el de la falta de naturaleza en las ciudades, que también es bastante sangrante este asunto.

La educación física es la mejor solución que poseemos en la escuela para combatir el sedentarismo infantil y prevenirlo, inculcando en los niños unos valores positivos hacia la realización de actividad física y de higiene postural. Todavía me estremece recordar la conversación con mi hermana (Terapias Acuáticas del Mediterráneo) en la que me alertaba de que no perdiera la oportunidad de enseñar a mis alumnos a sentarse correctamente, a adoptar una postura correcta de la espalda, ya que ella estaba tratando a niños con unos problemas de espalda que normalmente sólo tenían personas quincuagenarias, y, lo que era peor, era cada vez más habitual.

Es la lucha que tenemos todos los maestros de educación física, el demostrar que nuestra asignatura no es sólo “jugar”, sino que “jugando” los niños aprenden a conocerse  a sí mismos, a conocer y entender el entorno que les rodea y a adoptar unos hábitos de conducta y de higiene que harán que en vivan sanos y felices.

Y si es importante moverse y jugar, también lo es igualmente “cómo”. Ya vivimos en una sociedad que incita la competitividad, el quedar por delante del otro, y, sinceramente, no tengo muy claro que esto nos esté conduciendo a un mundo mejor.

Para mí prima ante todo el juego cooperativo, aquel donde los unos se ayudan a los otros, aquel donde no existen ganadores o perdedores, sino participantes. Nunca he entendido los juegos en una clase de educación física donde hay niños eliminados, ya que normalmente los niños que primero se eliminan suelen ser los que más necesitan participar para desarrollar sus cualidades motrices y psíquicas.

Me interesa mucho el campo de la psicomotricidad educativa, sobre todo para las edades infantiles, puesto que entronca en su mayor parte con la educación física de base. Creo que es indispensable que los niños empiecen a vivir estas experiencias desde su primer año en la educación preescolar o infantil.

Así mismo, hace años descubrí una corriente dentro de la educación física llamada “Educación Física para la paz”, basada en la “Cultura de la paz” que postula la UNESCO, que me cautivó. La tengo muy presente a la hora de jugar con mis niños, para desarrollar en ellos su personalidad, su autoestima, su capacidad de empatía y respeto por los demás y el promover en ellos una capacidad de colaboración con los demás, así como de la capacidad de reacción en diferentes situaciones.

El hecho de que promueva la colaboración y la no-competitividad para conseguir una sociedad más generosa y cooperativa, hace que merezcan la pena todos los esfuerzos empleados.

Y, en grandes líneas, esa es una de las filosofías que sigo. La otra la comparto con Francisco de Quevedo. El amor. Sin amor hacia los niños, nada de todo esto sirve.

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